Muchas veces, en diversos años, atravesé la Sierra Chica y de todos modos la exploré, como el faldeo y el llano que la sigue, y admiré sus espléndidos paisajes ¡Sierra querida, lugar de mis trabajos y fatigas, de mis amores y de mis delicias, patria del alma! ¡Como eres bella y como te amo! ¡Como hemos cambiado ella y yo! Ella naciente, vistiendo galas, germinando riquezas y poder; yo envejecido, buscando el reposo final en su segundo seno!
Juan Bialet Massé, 1904 (60)
Los que conocimos los antiguos Altos de Córdoba bajo su primitivo manto de pajonal estéril, y la conventual ciudad donde no había más industria que el pan sobado a mano y los confites de las monjas, podemos juzgar de los beneficios del Dique. Todo, hasta el estado intelectual y moral del pueblo, cambió favorablemente merced a esa obra. La luz, la civilización de la luz, digamos así, que destaca a Córdoba como si fuese una ciudad de primer orden, el manejo científico de la energía eléctrica, el mejoramiento de la salubridad con la extensión de área cultivada y la consiguiente supresión de las polvaredas debidas a vientos rasantes, que eran los demonios de la muerte repentina; la amabilidad de la flor en el comercio urbano –bajo ese aspecto era la ciudad austera hasta la hurañía-; la formación de parques y jardines como el Zoológico, que muchas ciudades europeas querrían para suyo, lo trajo la obra del Dique. Gas y Aguas Corrientes fué el lema de aquellas administraciones meritorias, aunque disipadas. Un día la ciudad ha de pagar estos bienes con el monumento que debe a Cassaffousth como lo debe a Juárez Celman y a Sobremonte…Permítaseme rectificar en homenaje a los autores del viejo Dique, entre los cuales merece especial mención el contratista Bialet Massé, una especie calumniosa para su memoria. Me refiero al costo de cuatro millones quinientos mil pesos que fue el de esa obra y que durante mucho tiempo se consideró, por su pretendida enormidad, prueba fehaciente del consabido robo. No hubo tal. No tengo yo vinculación ninguna con aquellos hombres, a quienes apenas conocí, ni me guía, en este trabajo allegadizo, así fuera el de hacer méritos en mi provincia ante el sufragio universal, que no busco ni necesito; solamente no puedo ver calumniado a un muerto, por la compasión que me da el saberlo inulto (*) sin esperanza y por lo mucho que me subleva el corazón la desatinada ferocidad de la turba”.
Leopoldo Lugones,
“La Nación”, feb. 1917 (61)
Poca, muy poca justicia no digo siquiera, emulación , hubo siempre al considerar la obra realizada por nuestros técnicos. Perdura aún, en el recuerdo la figura martirizada de Cassaffousth”
Raúl Scalabrini Ortiz
“La Nación”, 6 de mayo de 1923 (**)
Miguel Juárez Celman fue duramente atacado por los sectores más tradicionales y católicos de Córdoba opuestos a las políticas progresistas por él emprendidas.
Como ejemplo y trazando un recorrido posible que ilumine las dimensiones de este enfrentamiento, es preciso evocar lo expresado por Juárez Celman en la sesión del Congreso del 22 de octubre de 1884 cuando fracasó el intento de restablecer las subvenciones a los seminarios católicos. En esa oportunidad y como senador por la provincia de Córdoba, Juárez aludió al proceder del sacerdote Pedro Nolasco Clara y dijo, “refiriéndose a la rebelión de alumnos del Colegio Seminario de Loreto contra aquél, su director a la sazón:
“El señor Clara requirió el auxilio de la policía, y una vez guardadas por ella todas las puertas del establecimiento como para que no se escapara ninguno, hizo estirar sobre una mesa con los sirvientes a todos los jóvenes que habían tomado parte en el desorden y que en aquel momento creían no se les aplicaría una pena tan ignominiosa, y allí, en su presencia, les hizo aplicar por el robusto brazo de un negro, designado como verdugo al efecto, veinticinco azotes a cada uno. La Constitución Nacional estaba vigente y no olvidaré jamás la profunda impresión que produjo en la sociedad de Córdoba este hecho tan salvaje. Yo también tenía allí un hermano y recuerdo muy bien las horas de verdadera angustia porque pasó mi pobre madre hasta el momento que le fué permitido ver a su hijo y saber que era felizmente uno de los que por demasiado pequeño, había escapado a los azotes”. (62)
Unos meses antes, en abril de 1884, el Consejo de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, había aprobado la tésis de Ramón J. Cárcano que tenía por padrino de la misma al doctor Juárez Celman. Esta tésis de doctorado sostenía la igualdad de derechos civiles “de los hijos naturales, adulterinos, incestuosos y sacrílegos”. (63)
El 25 de abril de 1884, el Vicario Capitular a cargo del Obispado, monseñor Gerónimo Emiliano Clara –hermano del sacerdote Pedro Nolasco, antes nombrado- “emitió una pastoral que fue leída en el púlpito catedralicio” , en la cual expresaba que la tésis de Cárcano “ataca a un mismo tiempo la doctrina, los sacramentos y la más alta disciplina de la Iglesia Católica” y “sostenía que la Facultad “…no ha podido ni debido aprobar la tésis”, exhortando de este modo a los catedráticos de la universidad: “… en nombre de los más grandes intereses de Dios y de la Patria, rogamos a los respetables profesores de la Facultad de Derecho que en adelante se inspiren siempre, en el desempeño de sus funciones, en los deberes que les impone su gloriosa profesión de Católicos”. (65)
Entre las motivaciones de esta embestida llevada a cabo contra el juarismo, no se puede soslayar que en la presidencia de Juárez Celman se sancionó, en 1888, la ley de Matrimonio Civil, resistida por legisladores católicos y también por la prensa de la época. En el senado, Manuel D. Pizarro (por ese entonces legislador por la provincia de Córdoba) al oponérsele, dejo asentado que se trataba de “un proyecto socialista, fundamentalmente contrario a los principios trascendentales de la moral, de la legislación y del derecho, de la filosofía, de la historia, de la política , de la ciencia social, en fin…” y tampoco podría dejarse de lado el dictado de la Ley 2681, en 1889, que estableció la creación de Registros Civiles en todo el territorio de la República.
Eran espacios que perdía la Iglesia y en consecuencia con su afán de retenerlos, como bien lo señala Jorge Abelardo Ramos, se “desencadena una violenta campaña del clericalismo que intenta conservar en la vida pública y en la enseñanza, privilegios incompatibles con el desarrollo de un país moderno”. (66)
Esto explica, de algún modo, la presencia de ese mismo clericalismo emergiendo entre los detactores de las Obras de Riego de los Altos de Córdoba que condenaron la obra del dique de San Roque por la simple razón de haber sido alentada por Juárez Celman. “El odio profundo que sus reformas liberales le granjearon” –asegura el citado escritor- no alcanzaría solamente a Juárez Celman, lapidado en nuestra historia contemporánea , sino también a sus colaboradores. Dos años después de la contrarrevolución del 90, que abatió a Juárez (aunque no pudo liquidar al roquismo) los constructores y contratistas del Dique San Roque eran despiadadamente perseguidos y encarcelados. Carlos Cassaffousth, uno de esos técnicos, escribía a Juárez Celman en 1892: “He resuelto salir de Córdoba tan pronto termine la cuestión judicial que ha iniciado el gobierno, por haberse cometido el delito de llevar a cabo estas obras, en las que él no ha tomado parte. Es estar expuesto a ser encarcelado por haber trabajado en obras de riego, es un colmo que demuestra el salvajismo más brutal…Con la administración de este hombre (tratábase de Pizarro, gobernador católico de la provincia) Córdoba retrocede al tiempo en que se apedreaba a los miembros de la Academia de Ciencias por “masones”. Es indudable que la ejecución de las obras de riego ha sido prematura para la mayoría de Córdoba…” (***)
Tanto fue así que incluso un historiador como Norberto Galasso, quien no ha vacilado en cuestionar seriamente diversos aspectos de la presidencia de Miguel Juárez Celman no solo da por sentado que el dique San Roque se realizó “en medio de la protesta clerical” (67) sino que hasta llega a aludir a “aquellos tiempos en los que los curas se oponían al dique San Roque porque esa alteración de la naturaleza provocaría la ira de Dios y Córdoba quedaría anegada”. (68)
Pero no hubo solamente un componente clerical entre aquellos que atacaron la obra del dique y en este sentido es valioso el aporte de la profesora Doralice Lusardi al indicar que, “Liberales y laicistas , los hombres del grupo gobernante habían causado irritación en los círculos próximos a la Iglesia Católica, con diversas medidas que desencadenaron una escalada de agresiones entre ambos sectores… en la campaña contra las obras de riego intervinieron distintos sectores afectados por la política vigente: los clericalists a los que ya aludimos; los importadores de cales y cemento provenientes de Europa; el centralismo porteño, afectado por el proyecto de una canal fluvial Córdoba – Río Paraná que pondría en peligro su hegemonía…” (69) , y magistral lo desarrollado por Waldo Ansaldi en “Una modernización provinciana, Córdoba 1880-1914”:
“El empuje inicial –responsabilidad política del liberalismo juarista – permite el despliegue de una potencialidad que encuentra un límite en la doble crisis de 1890, si bien la que afecta a la economía y las finanzas es fuerte, no menos lo es la política. No es casual que una parte importante del proceso se interrumpa o frene, incluso, se diluya después de la caída de los hermanos Juarez. En este sentido, lo que podríamos llamar “la generación cordobesa del 80” apunta a la definición de un modelo faústico que conlleva una potencialidad de desarrollo que no se encuentra en el modelo primario-exportador impulsado por los sectores más fuertes de la burguesía argentina… La posterior ofensiva político-ideológica, que los católicos desarrollan en Córdoba aún cuando se haga entramada en la contraofensiva del roquismo y en buena medida resulte un juguete de esta (como parece probarlo el desplazamiento de Pizarro de la gobernación) , implica, , en definitiva, un verdadero parte de aguas en la historia provincial, iniciando la agonía del modelo faústico. La frustración del colosal proyecto del canal al Paraná, simultánea con la campaña en contra del dique San Roque, es un buen indicador de ello, cuya expresión simbólica esta representada tanto por el enjuiciamiento a Bialet Massé y Cassaffousth cuanto por el hecho de que es recién en junio de 1906 que Juarez Celman puede conocer la obra monumental que estos construyeron…en tal contexto lo que llamo modelo faústico cordobés –el dique, la electricidad, el fallido proyecto del canal Huergo, la industria, en menor medida el ferrocarril – es el máximum de conciencia posible de los rupturistas del claustro encerrado entre barrancas. El dique es símbolo paradigmático del modelo, en tanto expresión del dominio de la naturaleza por el hombre, instrumento y , sobre todo, generador de electricidad”. (70)
En otra de sus obras, el autor explica acabadamente qué significado se le atribuye al “modelo faústico” del cual nos habla:
“…hay un momento durante las décadas de 1880 y 1890 en que la posibilidad de profundizar las transformaciones es bien notoria. Tal vez la expresión simbólica más clara de esa circunstancia sea la construcción del dique San Roque… Elijo este símbolo inspirándome en Marshall Berman, quien –recordando que Fausto, el personaje creado por Johang Wolfgang Von Goethe, es uno de los héroes de la cultura moderna- llama “modelo faústico” de desarrollo a aquel que confiere prioridad absoluta a los gigantescos proyectos de energía y transporte en escala internacional” y apunta más al desarrollo de las fuerzas productivas en el largo plazo que a la consecución de lucros inmediatos. En este sentido , entonces, el dique es expresión cordobesa de ese modelo faústico, que se completa con el formidable proyecto del ingeniero Luis Huergo de construcción de un canal de navegación de 453 kms de extensión para unir Córdoba (¡ciudad portuaria!) con San Lorenzo y el plan urbanístico d una Córdoba de bulevares y diagonales. Pero Bialet Massé y Cassaffousth presos y calumniados y el canal y la urbanización irrealizados son, a su vez , la contracara del símbolo y la expresión de la frustración de un modelo que mira al futuro mucho más que al presente”. (71)
“El claustro encerrado entre barrancas” dice Ansaldi y nos remite obligadamente a Sarmiento, a su descripción de Córdoba en el “Facundo” (1845):
“La ciudad es un claustro encerrado entre barrancas; el paseo es un claustro con verjas de fierro; cada manzana tiene un claustro de monjas o frailes; los colegios son claustros; la legislación que se enseña, la Teología; toda la ciencia escolástica de la Edad Media es un claustro en que se encierra y parapeta la inteligencia , contra todo lo que salga del texto y del comentario. Córdoba no sabe que existe en la tierra otra cosa que Córdoba…Córdoba ha sido el asilo de los españoles en todas las demás partes maltratados. ¿Qué mella haría la revolución de 1810 en un pueblo educado por los jesuitas y enclaustrado por la naturaleza , la educación y el arte ”. (72)
En su “Informe sobre las clases obreras argentinas” (1904) Bialet también habla de Córdoba pero su mirada difiere de los conceptos sarmientinos y es sobre estas diferencias que se desarrolla el planteo efectuado por Ana Clarisa Agüero en “Córdoba en el imaginario de lo nacional” -Univ. Nac. de Córdoba- (73) , observando que “la descripción sarmientina de la ciudad es sometida a una singular relectura”. Para Bialet “la modernización es ese conflicto entre elementos tradicionales e innovadores que en Córdoba tienen por agentes, respectivamente, una oligarquía disminuída y una juventud cuya liberalización es favorecida por el “espíritu moderno” que invade la Universidad… Su desprecio por la élite improductiva es análogo al de ésta por los sectores implicados en las actividades prácticas. Entre ellos Bialet rescata especialmente a los obreros y artesanos que, siendo representantes de una cultura del trabajo, logran experimentar un ascenso social acorde con la época. Su mirada aprobatoria se acompaña de la insistencia en el origen mayormente criollo de esos grupos y, por ende, de una rehabilitación de la herencia hispánica. El criollo le parece el tipo más apto para cualquier tarea manual o intelectual con lo que la crítica - hasta el desprecio –del legado social de la colonia se restringe a la porción dominante, a esas presuntuosas y quietas élites sin sentido de la laboriosidad ni del progreso.
Sus imágenes de la ciudad , reforzadas por la virtualidad de fijar un movimiento, entrañan la reformulación de varios de los tópicos presentes en Sarmiento y en Gonzalez. Uno de ellos es el relativo a la religiosidad de la ciudad, cuestionada como una representación entre otras en la idea de una “reputación” creada y no necesariamente justa. En segundo lugar , y acaso más significativo aquí, es la idea del paisaje y la cultura locales, de su relación, la que resulta completamente alterada. La ciudad ha superado las barrancas en términos espaciales (en su urbanización) pero también temporales, ya que ello representa un avance de la cultura sobre la naturaleza”
Pese al juicio padecido por infundadas acusaciones contra la obra del dique, y cuando todavía no creía frustrado el proyecto del Canal Córdoba-Paraná, Bialet celebraba la modernización que ya había alcanzado la provincia con estas palabras:
“La ciudad se destaca dibujada, con las agudas agujas de sus templos, las siluetas de sus edificios públicos, parques y plazas, ha roto las ligaduras de las barrancas y se desborda por los altos; al sur, la Nueva Córdoba, continúa las calles que cortaba la barranca (…) y el gran parque de nueva Córdoba, con su lago artificial, se ve como una mancha de azulada plata, con el chalet de la escuela agronómica como un centinela encastillado, el vigía que anuncia una nueva era.
Al norte, Alta Córdoba, amojona con casitas de obreros, sus manzanas, y las hileras de arboledas marcan las calles. ¡ Que movimiento en aquel desierto de ayer! Locomotoras que maniobran, unas que se van , otras que llegan por los cuatro rumbos, no se las oye, pero se las ve silbar, el penacho blanco del silbato lo demuestra. Las estaciones son ya insuficientes. El erial se ha convertido en un edén”. (74)
NOTAS
(60) Juan Bialet Massé, Informe sobre las clases obrers argentinas , edic. Bicentenario, Ministerio de Trabajo de la Prov. de Bs. As, 2010, T. I ,p. 251
(61) Leopoldo Lugones, La Nación, febrero de 1917, reproducido en “Juárez Celman 1844-1909 Estudio histórico y documental de una época argentina”, autor: Agustín Rivero Astento, Bs As Kraft ltda, 1944 pp 265/6
(62) Frías ,Luis Rodolfo , Historia del dique San Roque, edit. Munic. de Córdoba, 1985, p. 189.
(63) Waldo Ansaldi, “Las Prácticas sociales de la conmemoración en la Córdoba de la modernización, 1880-1914”, en http: // www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal; publicado originariamente en Sociedad, nº8, Facultad de Ciencias Sociales (UBA) Buenos Aires, abril de 1996, pp. 95-127.
(64) Frías, Luis Rodolfo…ob.cit., p. 188.
(65) Ibidem ,
(66) Jorge Abelardo Ramos, De Octubre a Septiembre: ensayos políticos , 1959 , www.abelardoramos.com.ar
(67) Norberto Galasso, El Gobierno de Juárez Celman , www.catedranacional.4t.com/Autores/galasso/Roca.htm
(68) Norberto Galasso , Vida de Scalabrini Ortiz, ediciones Colihue , 2008 , p.44.
(70) Waldo Ansaldi, “Una modernización provinciana: Córdoba, 1880-1914” , en http:// www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal ; publicado originariamente en Estudios, Nº7 y 8 , Córdoba, junio 19 96 – junio 1997, pp. 51-80.
(71) Waldo Ansaldi, “Ritos y ceremonias sacras y laicas. Acerca de la sociabilidad cordobesa en los comienzos de la modernización provinciana”, en http: // www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal; publicado originariamente en Anuario IEHS, nº12 , Instituto de Estudios Histórico- Sociales “Prof. Juan C. Grosso” , Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Tandil, 1997, pp 249-267.
(72) Domingo Faustino Sarmiento, Facundo , 1971 , Edit. Kapelusz SA, Bs. As.
(73) Ana Clarisa Agüero, Córdoba en el imaginario de lo nacional. La ciudad pensada por Domingo F. Sarmiento, Joaquín V. Gonzalez y Juan Bialet Massé. Universidad Nacional de Córdoba, Prismas, Revista de historia intelectual Nº10 , 2006 pp.79-98
(74) Juan Bialet Massé, Informe sobre el estado de las clases obrers argentinas a comienzos de siglo (1904) , 3 vls, Bs. As. CEAL, 1985 , p.222.
(*) Inulto : “adj.poét. No vengado” (Diccionario de la Real Academia Española, Espasa Calpe SA, 1981.
(**) Raúl Scalabrini Ortiz, La Nación, 6 de mayo de 1923, microfilm Hemeroteca de la Legislatura de la Cdad.de Bs. As.
(***) Jorge Abelardo Ramos , en su obra titulada “De Octubre a Septiembre” (1959) reprodujo extractos de la carta que el Ing. Carlos Cassaffousth enviara con fecha 30 de septiembre de 1892 a Juárez Celman. En la obra de A. Rivero Astengo (citada aquí, bajo el nº58) se transcribió el texto completo de dicha misiva que dice así:
“Es inconcebible tanta falsedad y perfidia, las obras de riego están en perfecto estado. El deterioro local e insignificante ocurrido ahra , en la entrada de las galerías de desarenadores del Dique San Roque, ha sido ocasionado por remolinos producidos por la destrucción de la salida del agua a causa de la falta de limpieza del Río Primero, aguas abajo del dique. El desperfecto es tan insignificante que he propuesto a las Cámaras subsanarlo por cinco mil pesos. Esto contrarrestó el efecto que produjo la solicitud del Gobierno de un crédito de quinientos mil pesos para ese fin. Creo que ya esta arrepentido el doctor Pizarro de haberse metido en honduras. He resuelto salir de Córdoba tan pronto como termine la cuestión judicial que ha iniciado el Gobierno, por haberse cometido el delito de llevar a cabo estas obras, en las que él no ha tomado parte. El estar expuesto a ser encarcelado por haber trabajado en obras de riego, es un colmo que demuestra el salvajismo más brutal. Si Sarmiento viviese, tomaría este tipo para un nuevo Facundo. Con la administración de este hombre, Córdoba retrocede al tiempo en que se apedreaba a los miembros de la “Academia de Ciencias” por masones. Es indudable que la ejecución de las obras de riego ha sido prematura para la mayoría de Córdoba, pero ya esta cometido el gran crimen como se le llama. Recuerde, mi querido doctor Juárez Celman, lo ocurrido con el gas y vea lo que es Córdoba gracias a él".